Llena de recuerdos, repleta a rebosar, marcada por el uso, una buena cartera se convierte en una extensión íntima del cuerpo. Una casita para la vida movil. Un tocador portátil lleno de pintalabios y clips para el cabello.Un hogar para viejas cartas y un archivo para futuras generaciones.
De "Bolsos, el poder de un acceorio", Anna Johnson, Ed. Könemann.
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